martes, 24 de agosto de 2010

Y los archivos de las cajas?

¿Y los archivos de las cajas?

Fuente: XORNAL.COM
web: http://www.xornal.com
Autor: MANUEL MENOR

Ya sé que no era este el asunto central de las fusiones. Hay en las cajas demasiado en juego como para que los papeles y actas con su memoria del pasadohaya suscitado entusiasmo. Y, a pesar de todo, debieran ser dignamenteatendidos, pues en esa documentación se puede seguir con fiabilidad qué hansido realmente. Son un buen rastro, además, para conocer en detalle –y siningeniería literaria alguna– mucho de lo sucedido en las ciudades y provinciasoriginarias desde que se fundaron.

Siya en 1995 recibían la mitad de los depósitos del sistema financiero español y gestionaban el 40% de las inversiones totales –Fuentes Quintana dixit–, casinada de lo acontecido en el urbanismo español contemporáneo les es extraño; aveces, barrios enteros les son deudores. Pero igual sucede con múltiplesnegocios, préstamos más o menos fiables y, siempre, con el valor del trabajoacumulado por los asalariados –dentro de cada provincia y en la emigración exterior–,sus clientes primordiales.

No es indiferente saber hacia dónde se han polarizado esos recursos, por ejemplo,en los años sesenta y setenta; en qué actividades de variopinta coloraciónsocial ha revertido el 26% de sus presuntas ganancias netas; o quiénes hayansido los beneficiarios de sus donativos volublemente graciosos, tanto losdirectos como los designados por cada consejero durante todos estos años. Cadauno de esos gestos es más significativo que mil discursos retóricos y todosestán en estos archivos.

Los consejos de administración y las direcciones de estos establecimientos han estado siempre vinculados al Estado, aunque con variaciones desde que seregularon el tres de abril de 1835 –con un ensayo del año anterior en Jerez. ElBanco de España y el Ministerio de Hacienda no solo los designaban, sino queprescribían en qué y dónde había que invertir unos y otros dineros. Hastadetallaban los destinos principales de OBS: fueron los años de dirigismofranquista, con un listado de destinatarios tan ilustrativo como sorprendente.

Pero en un primer momento dependieron de Interior (o Gobernación), por tratarse dealgo “benéfico”: más bien hasta 1880 aproximadamente, porque el ahorro fue enel siglo XIX un elemento de control social contra el sindicalismo obreroreivindicativo. Incluso la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas hizo,entre 1871 y 1881, diversas publicaciones en esa línea. Con la apertura delEstado hacia una legislación social, a comienzos del siglo pasado, ladependencia más directa sería con el Ministerio de Trabajo.

Los archivos de las cajas hablan de tales asuntos y de las elites que los hanorientado gestionando el ahorro de las clases asalariadas –aunque su particularprestigio se demostrara con la chequera de un banco clásico. Tales gestores pertenecieron casi siempre –hasta la ley 31/1985, de 2 de agosto quedemocratiza los “órganos rectores de las cajas”– a la aristocracia o a losgrupos burgueses de mayor prestancia en cada ciudad.

Colaboracionistas,además –como reitera la documentación pertinente–, de los diversos gobiernos, a los cuales siempre les han venido bien los recursos de las cajas paraactividades inatendidas en los presupuestos. Por todo ello, merece la penasaber a dónde irán a parar estos archivos; también los de las cajas gallegas.Salvo que queramos acrecentar los múltiples olvidos de nuestra historia.

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