jueves, 8 de julio de 2010

Archivos de la represión: la información a través de archivos personales

"Siempre la información nos llega del lado de las víctimas"

Fuente: LANACION.COM
web: http://www.lanacion.com.ar

Autor:
Beatriz Sarlo

Entrevista con Graciela Fernández Meijide

Nunca la Justicia había accedido a un archivo de la represión ilegal como el que presentó en Tucumán el ex detenido Juan Carlos Clemente. La inédita aparición de esas anotaciones clandestinas reavivó la discusión sobre la posible existencia de archivos personales todavía ocultos que permitirían conocer el destino de muchas víctimas. En esta entrevista, Graciela Fernández Meijide explica por qué sostiene que "la información es poder" y por qué cree que una atenuación de penas a cambio de datos permitiría avanzar más en el camino de la verdad

Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, tu actividad como secretaria de la Conadep te colocó ante personajes que combinaban el delito común con la participación en actividades represivas. Una historia que mezcla espionaje, soberbia, amenaza y pretensión de impunidad.

-Hacia 1980, la dictadura ordenó la detención de policías que habían armado, dentro de los grupos de tarea, pequeños emprendimientos personales: usaban la camiseta para secuestros, extorsiones, robos, mejicaneadas. Estaban en la cárcel de Caseros, por delitos comunes. Algunos de esos tipos pidieron declarar ante la Conadep, quizás calculando que podía favorecer su situación. A raíz del testimonio de un sobreviviente, yo acepto interrogar a uno de estos policías presos, que llegó acompañado por otro del mismo oficio. Un psicópata. Todo el tiempo intentó colocarse, frente a mí, en la posición dominante. En un momento, me pasó unas hojitas: los originales de lo que se llamaba "pedido de blanco", es decir la comunicación sobre quién va a ser detenido o secuestrado, y la "alternativa", o sea a quién debía llevarse el grupo de tareas si el "blanco" no estaba en el lugar. Me la entregaba como prueba de que había tenido poder y de que podía eventualmente recuperarlo. Una amenaza no muy difícil de descifrar. Pero eso no fue todo. De pronto, tiró un manojo de llaves sobre el escritorio y dijo: "Son las llaves que abren la puerta de la casa de las Madres; yo estuve ahí". Como a nosotros nos habían puesto micrófonos en la APDH, le pregunté: "¿Y las de la Asamblea no me las puede dar?". Se mira con otro tipo que había venido con él y le pregunta: "¿A la APDH la hicimos nosotros?" Esa es la trama que se había armado, una trama muy difícil de deshacer.

-Por eso, después de la desaparición de Julio Jorge López, testigo en la causa del capellán de la policía bonaerense Christian von Wernich, nada hacía prever que otro testigo se animaría a aportar en un juicio una prueba que lo pudiera poner en peligro. Sin embargo, la semana pasada, una lista con casi 300 nombres fue presentada en el Tribunal que juzga la represión en Tucumán por Juan Carlos Clemente, ex detenido durante la dictadura que luego pasó a trabajar en la policía. El guardó durante 33 años esa lista que iba a ser destruida en una dependencia policial.

-Quiero creer que tanto el estado provincial como el nacional se han hecho cargo de su seguridad. Un intento de venganza es previsible cuando se toca a la policía. La institución policial cree que los gobiernos pasan, pero que la fuerza permanece, y hace valer sus lealtades. La protección de la policía a sus integrantes no sólo tiene que ver con el ejercicio de la fuerza sino con los negocios paralelos, y las lealtades son mucho más fuertes que en las Fuerzas Armadas. Yo creo que la desaparición de López tuvo que ver con eso: se había metido nada más y nada menos que con la bonaerense.

-Clemente conservó esas listas durante décadas, las salvó de la destrucción y las escondió. Todo remite a algunas de las reflexiones que has hecho acerca de la existencia de información de esta naturaleza que todavía podemos desconocer.

-Emilio Mignone, abogado, padre de una desaparecida, uno de los creadores del Centro de Estudios legales y Sociales (CELS), cuando comenzó la transición hacia la democracia, estaba convencido de que la orden de destruir la información relacionada con la represión no se iba a cumplir totalmente o no alcanzaría a eliminar todos los archivos que seguramente existían. Sus razones eran tan buenas que nos convenció a todos en la APDH. La información es poder, el poder no se regala ni se desperdicia y, por lo tanto, la información se guarda. Subsisten archivos escritos o fotográficos, también hay datos que se conservan en la memoria. Los imputados o acusados en juicio no dan esa información, y toda la que existe ha sido recogida por las familias de las víctimas. Incluso esta última lista fue entregada por alguien que, en primer lugar, fue una víctima, aunque luego se haya quebrado, porque no aguantó la tortura, lo cual es absolutamente humano. Pero la información siempre nos llega del lado de las víctimas. Nuestro código de procedimientos actual no permite ofrecer la alternativa de penas menores a cambio de información fidedigna y comprobable a los procesados, sobre todo a los más jóvenes, que fueron los que actuaron directamente en las torturas y en las desapariciones. Esa información puede incluir datos sobre secuestros de chicos que hoy son adultos jóvenes, y también sobre cadáveres. Salvo aquellos que lograron identificar los restos, las otras familias nunca lograron terminar de cerrar su duelo, si es que los duelos se cierran alguna vez.

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